Hace unos días he vuelto de la excursión por los Alpes
franceses. Allí tenía programada 3 marchas cicloturistas. La Vaujany, Prix de
Rouses y la Marmotte. En principio la Vaujany iba a ser la que tendría el honor
de ser la marcha con la que cumpliría el centenar de marchas. Pero la
climatología y mis precauciones con el agua me hicieron anular las dos
participaciones primeras. De esta forma tuvo el honor de ser la que iba a
cumplir con el evento casualmente la que he completado 11 veces seguidas desde
que en la primavera del 2004 me inicié en este mundo de las marchas
cicloturistas. Y claro aunque lloviese o
no iba a estar en la partida de la MARMOTTE.
Además este año después de la inscripción me habían asignado
un dorsal muy alto. Eso llevaba consigo el tener la salida a las 7h 50’ . Los
primeros 2.000 números salen a las 7h, del 2.000 al 4.000 a las 7h 30’ y del 4.000 al más de 8.000 a
la hora antedicha.
Claro eso no me gustaba y curse un correo electrónico a la
organización y me asignaron un número que tiene un cajón de salida especial el
número 95.
Por primera vez pude ver la salida de los primeros y los acompañe
durante unos metros.
Lógicamente en los primeros kilómetros me venían a la
mente todas esas anteriores marchas que han ido sumando para poder llegar a los
100. Recuerdas todos esos momentos alegres de ir cubriendo metas que te pones
al principio de cada año, desde ese 2007 que complete 16 a las que he efectuado
con menos preparación por los atropellos sufridos. O también el 2010 año que
inicié este blog y que solo acudí a la QH y a la Marmotte.
También te acuerdas del año que intenté conseguir el diploma
de oro. Y recuerdo perfectamente los últimos kilómetros de la subida a Alpe d’Huez. Tenía que llegar en menos de 10 horas 3’. Yo iba controlando para poder llegar en ese
plazo. Pero me empezaron a entrar las dudas por si me había equivocado en medir
el tiempo. Ello me hizo que las piernas no sintieran el cansancio y aumentaran
el ritmo y el corazón fuera al límite permitido para poder hacer los 3 últimos kilómetros.
Al final pare el reloj y esperé a ver el tiempo oficial. El mismo rezaba 10h 00’ 15 ‘’.
Lo había conseguido, me sobraron casi 3 ‘. Brevet de Oro en el 2009. Misión
cumplida ese año.
A partir del año que viene y debido a la edad creo que solo
por el hecho de terminarla ya tienes Brevet de oro, pero lógicamente eso es una
historia para el año que viene.
Y volviendo a esos recuerdos vienen esos momentos dramáticos
de la primera Marmotte. Llego a Valloire donde está un avituallamiento. Por un
fallo no había cogido dinero, el estomago me estaba reclamando comida a gritos.
Mi falta de experiencia ese primer año tampoco llevaba barritas y nada
parecido. Y el Galibier esperando y yo sin comida, creía que el avituallamiento
me lo había pasado y no me había dado cuenta. Veía a ciclistas que se iban a
buscar agua a las fuentes de las viviendas junto a la carretera. Yo pensaba, a
estos le ha pasado lo mismo que a mí. Empiezan ya algunas cuestas y yo con las
paredes del estomago pegadas. Pero de
repente se hace la luz. Allí veo unas carpas y muchos compañeros de fatigas
moviendo los mofletes. Qué alegría. Lo primero que divisé fueron unos triángulos
de queso camembert y trozos de pan, baguettes del que me gustan a mí. Como los
devoré, desde entonces soy un devoto consumidor de este tipo de queso. Lógicamente
que contento subí el Galibier.
O bien esos momento duros de un calor insoportable, subiendo
por pendientes al 10% y uno que va a tu
lado que ve por la camiseta que soy de Cullera y dice “con lo bien que
podríamos estar tomándonos una cervecita fresquita en la playa” y yo contesto
que efectivamente, pero que hemos pagado una inscripción para sufrir y eso es
lo que tenemos.
O aquella que te encuentras con una granizada que golpea tus
manos y que no puedes quitar del manillar.
O aquella que encuentras a alguien que quiere hacer una
buena marca y le ofrezco la compañía para la parte en la que le puedo taparle
el aire. Y me siento complacido cuando al terminar me da las gracias.
Y otros muchos recuerdos que han enriquecido y aumentado mis
añoranzas de las marchas cicloturistas.
Este año no sé si podré acudir a alguna más, pero la bici
por estos contornos seguro que me ven.
I eso ha sido todo en mi marcha numero 100.
Otro día más.
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